Aunque la borrasca Filomena se ha alejado, dejando tras de sí una huella de daños especialmente en la costa sur de la provincia de Castellón, las reacciones políticas y sociales, lejos de disiparse con el temporal, se intensifican durante estos días, en los que los consistorios valoran las consecuencias y señalan a los responsables. Todos tienen muy clara la solución, la construcción urgente de los espigones que el tantas veces nombrado estudio de Cantabria estableció como única protección efectiva para el litoral.

Sobrevolando el oleaje

Tormenta maríítima a vista de dron

El alcalde de Nules, David García, avisa: «Nuestro patrimonio, con casi un siglo de historia, no aguantará de forma indefinida». Y se remite a las imágenes que inmortalizan el perfil de sus playas tras cada temporal. «Cada vez el mar está más cerca y nosotros más desprotegidos», lamenta.

Así piensan munícipes y vecinos. Cada euro destinado a reparar los daños de la última borrasca se lo traga el mar. En Moncofa reiteran que, en el mes de febrero del 2020, ya se gastaron 40.000 euros en realizar trabajos de limpieza y 15.000 en reparaciones en el paseo marítimo. Las tareas que comenzaron ayer tras el paso de Filomena costarán al municipio otros 20.000 euros, con el absoluto convencimiento que no tardarán en volver a repetirse. Por no hablar de los miles y miles de euros que el Estado gasta para reponer arenas y gravas, que desaparecen cada vez que la fuerza del mar se impone, sin infraestructuras que la retenga, tal y como denuncia el alcalde de la Llosa, Ximo Llopis.

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